Artículos

Filología y filosofía: El futuro de los elfos

Por Helios De Rosario Martínez “Imrahil”. Artículo publicado originalmente en la revista ESTEL 89.

 

Es de sobra sabido que en la obra de Tolkien las lenguas inventadas para sus personajes son algo más que un elemento decorativo o para dar ambiente: que en muchos detalles la naturaleza de los pueblos que las hablan modela su fonología y su gramática, o viceversa. De hecho, algunos de sus textos más «técnicos», dedicados a presentar y explicar raíces etimológicas, la forma de ciertos nombres y palabras, etc., son a la vez documentos en los que se pueden descubrir detalles esenciales sobre los elfos, sus costumbres y tradiciones, o su forma de entender el mundo, como habrá apreciado cualquiera que se haya adentrado en los últimos volúmenes de Historia de la Tierra Media.

Y también ocurre de vez en cuando que algún matiz lingüístico, encontrado casi por casualidad en alguna de esas descripciones de las lenguas élficas, hace encajar una serie de piezas y presenta una nueva visión. En el caso que nos ocupa en este artículo, ese matiz tiene que ver con el uso del tiempo futuro. Por ilustrarlo con un ejemplo bien conocido, podemos citar una frase de los últimos versos del Namárië con el que Galadriel se despide de la Comunidad del Anillo:

Nai hiruvalyë Valimar! Nai elyë hiruva!

 

La traducción de ese fragmento, tal como está publicada en El Señor de los Anillos, es: «¡Quizá encuentres a Valimar! ¡Quizá tú lo encuentres!» (SA,2,VIII:79). Dejando de lado que Valimar es un lugar, y por lo tanto debería decirse más bien «Quizá encuentres Valimar», hay un detalle gramatical que dice más de lo que parece. Resulta que hiruva(lyë)lo traducimos como «encuentres», una forma verbal en modo subjuntivo porque se habla de un hecho incierto, de un deseo y no de una realidad que Galadriel supiese que iba a ocurrir (y por eso también se añade el «quizá»). Pero en quenya no hay un modo subjuntivo; se utiliza sencillamente el futuro, acompañado del nai («quizá» u «ojalá») para señalar el carácter incierto de la llegada a Valimar.

Los elfos dejan la Tierra Media por Mike&July

No es algo que llame la atención, ya que de hecho también ocurre en el inglés original, donde la traducción es Maybe thou shalt find Valimar… Hasta que llegamos a una descripción gramatical e histórica de los verbos en quenya, que Tolkien compuso durante los años en los que estaba acabando de escribir El Señor de los Anillos, publicada en el número 22 de Parma Eldalamberon en 2015. Dice esa descripción que el eldarin común y el quenya en particular no tenían una conjugación específica para el subjuntivo o el condicional, sino que siempre utilizaban otras partículas y normalmente el verbo conjugado en tiempo futuro, como en el ejemplo que hemos visto, para indicar el carácter optativo o incierto de una frase. Y explica en otro punto que el mero uso del tiempo futuro ya imprimía en parte ese carácter a la frase, puesto que el futuro es esencialmente un «tiempo de suposición» (pp. 97, 120).

Este detalle aparentemente insignificante cobra importancia cuando pensamos, por ejemplo, en escenas como la del Espejo de Galadriel que encontramos en el capítulo anterior. Cuando la Dama de Lórien explica a Frodo y Sam lo que pueden ver en el Espejo, dice que «muestra cosas que fueron, y cosas que son, y cosas que quizá serán» (SA,2,VII:73; énfasis añadido). Es interesante pensar que ese «quizá» no está en la frase solo porque el futuro que muestra el Espejo es incierto, sino porque es la manera natural en la que Galadriel y cualquier otro elfo entendería cualquier expresión sobre el futuro. La gramática de la que hablaba arriba en realidad no hace una mención explícita a esa frase de Galadriel, pero se me antoja muy probable que Tolkien también pensase en ella cuando escribió sobre la relación entre el tiempo futuro y las expresiones en modo subjuntivo(1).

Galadriel por Alan Lee

La existencia de esa conexión gramatical entre el futuro y lo incierto conduce a la interpretación de que los elfos generalmente sentirían una especial inseguridad sobre los hechos venideros, lo cual podemos relacionar con otros pasajes de El Señor de los Anillos y otros textos. Por ejemplo, podemos recordar el momento en el que Frodo se ríe ante Gildor de la indeterminación de los elfos a la hora de dar consejo, y este le replica:

«Raras veces los elfos dan consejos indiscretos, pues un consejo es un regalo muy peligroso, aun del sabio al sabio, ya que todos los rumbos pueden terminar mal» (SA,1,III:171).

Frodo también debió de sentir algún tipo de dejà vu cuando preguntó a Galadriel si le aconsejaba mirar en el Espejo:

«No te aconsejo ni una cosa ni otra. No soy una consejera. Quizá aprendas algo, y lo que veas, sea bueno o malo, puede ser de provecho, o no. Ver es a la vez conveniente y peligroso» (SA,2,VII:88).

 

Curiosamente tanto Gildor como Galadriel muestran una gran habilidad para leer los pensamientos de los demás, lo que hace que los veamos como personajes con cierto poder adivinatorio, aunque son también los que más dudas expresan sobre lo que pueda pasar en el futuro. Esta aparente paradoja en realidad revela la gran sabiduría de ambos elfos y su claro entendimiento del alcance de su clarividencia. Respecto a esto es relevante uno de esos ensayos lingüístico-filosóficos de Tolkien, llamado Ósanwe-kenta (‘Indagación sobre la comunicación del pensamiento’ en quenya), en el que se habla, entre otras cosas, de la capacidad de las mentes para comunicarse de forma telepática con otras, más allá del lenguaje físico. En una discusión sobre la imposibilidad de penetrar la mente de otro en contra de su voluntad, Tolkien compara los aparentes casos de ese tipo de invasión con la posibilidad de ver el futuro, y dice:

«Ninguna mente conoce lo que no está en ella misma. (…) Pero ninguna parte del “futuro” está ahí, pues la mente no puede verlo ni haberlo visto: esto es, una mente localizada en el tiempo. (…) Un encarnado, pues, solo puede conocer algo sobre el futuro por instrucción derivada de los valar, o por una revelación directa de Eru. Pero cualquier mente, sea de los valar o de los encarnados, puede deducir a través del razonamiento lo que sucederá o puede suceder. Pero esto no es predicción (…) Las mentes que tienen un gran conocimiento del pasado, el presente y la naturaleza de Eä pueden pronosticar con gran precisión, y con tanta más claridad cuanto más cerca esté el futuro (siempre a expensas del libre albedrío de Eru). Así pues buena parte de lo que se llama “predicción” al hablar descuidadamente es solo la deducción de los sabios» (Vinyar Tengwar 39, p. 31‒32).

En sus «Respuestas de Pengoloð» a las preguntas de Ælfwine, Tolkien describió la construcción y el desarrollo de lenguas por parte de los elfos como el tipo de proceso que realmente siguió él al inventarlas: una experiencia creativa, artística y plenamente consciente. Tiene sentido, por tanto, que la parte de la gramática relacionada con el tiempo futuro y la expresión de acontecimientos inciertos o solo deseados se corresponda con el entendimiento que tenían los sabios entre los eldar de esas cuestiones.

Finalmente, a título anecdótico (o no), también podemos aludir los últimos párrafos del primer capítulo del Quenta Silmarillion,que nos recuerdan el carácter terriblemente incierto del futuro para los elfos, mucho más que para nosotros, pues:

«Ya desde hace mucho los Valar declararon a los Elfos que los Hombres se unirán a la Segunda Música de los Ainur; mientras que Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no lo ha descubierto» (S,QS,I:24).

 

Referencias:

  • Tolkien, J.R.R, editado por Carl F. Hostetter. «Ósanwe-kenta: Enquiry into the Communication of Thought». Vinyar Tengwar39, 1998, pp. 21-34.
  • ———, editado por Christopher Tolkien. «Dangweth Pengoloð». Los pueblos de la Tierra Media, Barcelona: Ediciones Minotauro, 2002, pp. 451–459.
  • ———, editado por Christopher Gilson. «Quenya Verb Structure». Parma Eldalamberon22, 2015, pp. 79–168.

Notas:

  1. El texto en inglés original es «it shows things that were, and things that are, and some things that yet may be», donde el último verbo (may be) no emplea expresamente el tiempo futuro, aunque sí está implícito, por contraste con el were (pasado) y are (presente) que lo preceden.