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Tolkien: Su legado artístico VII – Las costas de Faerie

En esta ocasión traemos el En esta ocasión, vamos a analizar una de las acuarelas tempranas de J.R.R.Tolkien, una ilustración que nos habla de ese paraíso de la imaginación que es Faerie. Este artículo fue publicado originalmente en la Estel 83 y es obra de María Jesús Lanzuela “Selerkala.”

Ishnesses

En sus años de estudiante, la imaginación y talento artístico de Tolkien estaban en plenitud. Solía garabatear en hojas arrancadas de sus libretas escolares en las que dibujaba con lápices de colores. Muchos de estos dibujos los agrupó en un sobre que tituló “Primeras Ishnesses”. La palabra Ishnesses derivó en “Undertenishnesses” para titular una serie de ilustraciones con conceptos abstractos y simbólicos, como su famoso sueño de la ola gigante. En 1913, compró un cuaderno que utilizó para ilustrar su visita a Barnt Green donde vivían sus primas. Este cuaderno se conserva en la Bodleian Library, y contiene su producción pictórica que ayuda a documentar muchos de sus escritos. Cuando decidió dedicar esta libreta a continuar exclusivamente su serie “ishnesses”, escribió en su tapa delantera “The book of Ishness”, y en la trasera su anagrama.

Es en este cuaderno donde aparece la illustración de hoy. Se titula “Las costas de Faerie”, y fue realizada en 1915, usando lápiz de color, tinta negra y acuarela. Esta imagen sirve para acompañar un poema temprano con el mismo título:

The Shores of Faery – J.R.R. Tolkien

“Al este de la Luna
al oeste del Sol
hay una colina solitaria
sus pies están en el mar verde claro
sus torres son balncas y quietas,
más allá de Taniquetil en Valinor,
allí no llegan estrellas, excepto una sola
que cazaba con la Luna
pues allí crecen, desnudos, los Dos Árboles
que dan la flor argéntea de la Noche;
que dan el fruto globular del Mediodía
en Valinor.
Están las costas de Faery
con sus playas de guijarros iluminados por la Luna
cuya espuma es música de plata
en el suelo opalescente
más allá de las grandes sombras del mar
en el extremo de la arena
que se extiende para siempre
desde los pies dorados de Kôr
más allá de Taniquetil
en Valinor.
Oh, al oeste del Sol, al este de la Luna
se encuentra el Puerto de la Estrella
la blanca ciudad del Vagabundo,
y las rocas de Eglamar.
Allí se refugia Wingelot,
mientras Eärendel mira a lo lejos
sobre la magia y el milagro
Tween aquí y Eglamar
fuera, fuera, más allá de Taniquetil
en Valinor, lejos.”

Los dos árboles

La expresión “Costas de Faerie”, se refiere a las tierras que, dentro de la mitología creada por Tolkien, se sitúan a lo largo de la costa de Valinor, en Aman, cerca de donde los Elfos construyeron su ciudad. En esta tierra, crecieron los Dos Árboles que proporcionaban luz a Valinor: Telperion (en su inicio llamado Silpion) y Laurelin. Como recordaréis, ambos árboles fueron envenenados por Melkor y Ungoliant (Melko y Ungwë Lianti en su nomenclatura inicial), lo que hizo que murieran poco a poco. Antes de morir, de Telperion brotó una última flor de plata que se convirtió en la Luna, y de Laurelin nació un último fruto dorado del que surgió el Sol.

Es este instante el que podemos observar en la escena: enmarcándola aparecen ambos árboles en su estertor de muerte con sus últimos dones, de los cuales se desprenden rayos plateados y dorados respectivamente, que dividen la escena en dos mediante el uso del color, más oscuro y en tonos plateados/grises en la zona de Telperion y la Luna, y dorados/anaranjados en la de Laurelin y el Sol. Este sistema de división de colores lo hemos visto en varias de sus ilustraciones, como por ejemplo en el análisis de “Taniquetil”.

Si os fijáis, dentro del arco que hace la Luna, hay una manchita blanca que representa una estrella. En el prefacio de una versión posterior del poema citado, Tolkien explica que “la estrella que cazaba con la Luna” era Eärendil. Siempre pequeños detalles en un conjunto aparentemente sencillo. En medio de ambos árboles, vemos una gran colina, en forma de proa de barco que surca las arenas de Valinor. Su forma angulosa, conecta la diagonal entre la Luna y el Sol que organiza la colocación de los elementos de la escena. Para dar profundidad, coloca en los laterales unas pequeñas colinas que parecen asomarse desde la lejanía.

 

Kôr, la ciudad de los elfos y el Art Nouveau

La proa se recorta en negro intenso, nítido, sobre un fondo más diluído de un cielo azulado y morado, que pasa por varios tonos dependiendo de si se encuentra más cercano a la noche o al día. Sobre esa colina encontramos en un contraste luminoso, la ciudad de altas torres blancas llamada Kôr. Kôr, en la mitología tolkiana más temprana, era la ciudad de los elfos de Eldamar, nombre que se extendía también a la colina sobre la que estaba construída. Más tarde, la llamará Tirion del Túna.

En ella vemos la esbelta torre de la casa de Inwë “que subía al cielo como una aguja”, y en su punta, “una lámpara blanca de penetrante rayo” que “brillaba sobre las sombras de la bahía”.  Siguiendo la línea de sus ilustraciones sobre las historias que escribía, vemos esas divisiones de color sin necesidad de recurrir a líneas de dibujo, primando por lo tanto el color, con unas acuarelas diluídas para darle luminosidad, y más intensas para las zonas oscuras, lo que demuestra que era una técnica que dominaba sobradamente.

La inspiración Art Nouveau la encontramos de nuevo en esas formas sinuosas de los árboles para enmarcar la escena, la cual, deja un amplio espacio limpio alrededor, en el que se aprecia el color del papel original, y en cuya esquina inferior derecha podemos ver, muy finito, el anagrama de Tolkien. De esta manera, crea un especie de ventanita a su mundo imaginario, para hacernos cómplices de aquello que el tenía en su cabeza, por si sus inspiradores textos y poemas no fuesen suficientes. Como siempre digo, poder admirar estas ilustraciones que plasman en color los textos de sus historias, es como ver con los ojos del autor, no hay imagen mental más verdadera de lo que quería expresar que disfrutar de esas imagenes creadas por su propia mano. De ahí el valor de su faceta como ilustrador: nos permite acceder de manera directa a cómo se imaginaba él realmente cada descripción de sus relatos.

Os invito a seguir navegando por estas costas de Faerie, y por cada una de sus ilustraciones que nos ayudan a entender un poco mejor al desconocido genio pictórico del Tolkien que tanto admiramos.