He visto a alguien dejar caer un comentario en redes sociales que venía a decir “Al menos Tolkien no es woke”. Esta es una palabra extraña. Quienes la usan como insulto no parecen tener ni idea de lo que quiere decir, más allá de “tú no eres como yo”. La primera vez que alguien me llamó “woke” les estaba literalmente citando la Constitución y explicándoles por qué el conservadurismo y el originalismo contradecían sus ideas radicales (esa persona estaba defendiendo el uso de la violencia contra un cierto sector de estadounidenses). Yo no había oído ese término hasta ese momento y tuve que ir a buscarlo.
Según la Wikipedia:
“Woke”, la forma del inglés afro-americano equivalente al inglés americano general “awake” (despierto/a), se ha usado desde los años 30 o antes para referirse a la conciencia social y política sobre los asuntos que afectan a los afroamericanos, a menudo en la construcción “stay woke” (mantente alerta).
Vale, tiene sentido. Pero no tiene ninguna relación con lo que se supone que quiere expresar el insulto. Pero la wikipedia continúa:
A partir de los 2010, el término empezó a usarse para referirse a una conciencia más amplia de desigualdades sociales como la injusticia racial, el sexismo, y la negación de los derechos de las personas LGTBQ. “Woke” también se ha usado como una forma abreviada de mencionar ciertas ideas de la izquierda estadounidense relacionadas con las políticas identitarias y la justicia social, como el “privilegio blanco” o las reparaciones por la esclavitud en los Estados Unidos.
Tolkien y la “aplicabilidad”

Fotograma de un documental de Tolkien en la BBC
Se crea lo que se crea, El Señor de los Anillos no es una alegoría sobre nada. Ni contiene pasajes alegóricos. Entiendo que mucha gente opina distinto, pero la alegoría es el resultado de una intención explícita del autor, y J.R.R. Tolkien no tenía la más mínima intención de escribir alegóricamente (salvo en “Hoja, de Niggle”).
Esto es lo que escribió en la Carta 203 en 1957:
No hay «simbolismo» alguno o alegoría consciente en mi historia. Las alegorías de la especie «cinco magos = cinco sentidos» son del todo ajenas a mi modo de pensar. Había cinco magos y eso es sencillamente parte de la historia. Preguntar si los Orcos «son» comunistas tiene para mí tanto sentido como preguntar si los comunistas son Orcos.
Que no haya alegoría no quiere decir, por supuesto, que no haya aplicabilidad. Siempre la hay. Y como no he construido la lucha de manera por entero inequívoca: pereza y estupidez entre los hobbits, orgullo y [palabra ilegible] entre los Elfos, rencor y codicia en el corazón de los Enanos y locura y maldad entre los «Reyes de los Hombres», y traición y sed de poder aun entre los «Magos», supongo que en mi historia hay aplicabilidad a los tiempos actuales. Pero si se me pregunta, diría que el cuento no trata realmente del Poder y el Dominio: eso es sólo lo que pone las ruedas en marcha; trata de la Muerte y el deseo de inmortalidad. ¡Lo que apenas es más que decir que se trata de un cuento escrito por un Hombre!
Y también está la Carta 215, un borrador compuesto en 1959, donde Tolkien escribió:
Escribo cosas que podrían clasificarse como cuentos de hadas no porque desee dirigirme a los niños (que, en cuanto a niños, no creo que se interesen especialmente por esta clase de ficción), sino porque deseo escribir esta clase de historia y ninguna otra.
Lo hago porque si no aplico un título demasiado grandilocuente a ello, compruebo que me es más fácil y natural expresar mi opinión sobre el mundo. No soy consciente de que la «vida ordinaria» ejerza ninguna represión. Dado que muchos adultos parecen disfrutar de lo que escribo —lo suficiente como para mantenerme contento—, no necesito escapar al encuentro de otra audiencia (quizá) menos exigente.
Espero que «opinión sobre el mundo» no suene demasiado solemne. No tengo propósito didáctico ni intención alegórica. (No me gusta la alegoría —la propiamente dicha: la mayor parte de los lectores parecen confundirla con significación o aplicabilidad—, pero ésa es una cuestión demasiado larga para tratarla aquí.) Sin embargo, las narraciones largas no pueden hacerse de la nada, y uno no puede redisponer la materia prima en pautas secundarias sin indicar sentimientos y opiniones acerca del propio material…
Bien. Así que, mientras El Señor de los Anillos (que fue escrito durante la Segunda Guerra Mundial) no “trata sobre” la Segunda Guerra Mundial, trata sobre (o incluye) cosas que llevaron a y que influyeron en la guerra y la toma de decisiones de ambos bandos: el deseo de poder y control sobre otros, las racionalizaciones que los hombres usan para justificar las devastaciones que realizan tanto sobre poblaciones como sobre paisajes, las pruebas morales que debemos afrontar como individuos, los autosacrificios hechos por quienes desean preservar lo que ven como bueno y destruir lo que ven como malo, y más.
Cómo es que era woke Tolkien

J. R. R. Tolkien en los años 1920s después de dejar la Leeds University
Volviendo a la segunda cita de la Wikipedia, dejadme subrayar la primera frase: “A partir de los 2010, el término empezó a usarse para referirse a una conciencia más amplia de desigualdades sociales como la injusticia racial, el sexismo, y la negación de de los derechos de los LGTBQ”.
Convendré que J.R.R. Tolkien no tuvo nada que decir directamente sobre los derechos de las personas LGTBQ (al menos que yo sea consciente). Escribió en la Carta 52: “Mis opiniones políticas se inclinan más y más hacia el anarquismo (entendido filosóficamente, lo cual significa la abolición del control, no hombres barbados armados de bombas)…”. Esta visión es consistente con la de aquellas personas que, en los Estados Unidos contemporáneos, se identifican tanto como “liberales” (defendiendo los derechos de la persona individual) como como “libertarios” (que ponen el foco en la libertad frente a la supervisión y control del gobierno). Las mayores diferencias (en mi opinión) entre los liberales modernos y los libertarios es que los liberales preferirían más defensa del gobierno y más protección de los derechos del individuo frente a los abusos de las élites adineradas y poderosas políticamente, y los libertarios preferirían ver menos gobierno en general.
Dejando todo esto aparte, la injusticia racial es un tema principal en la ficción de Tolkien. Definiré “injusticia racial” como lo que ocurre cuando el grupo que ostenta el poder no comparte sus derechos y privilegios con otros grupos bajo su autoridad, y usa su poder y autoridad para dañar a esos otros grupos.
Puedes encontrar injusticia racial casi en cualquier parte de El Señor de los Anillos, desde los rohirrim cazando a los Drúedain y condenando al ostracismo a las personas de origen dunlendino a la Lucha entre Parientes en Gondor. Y como me suelen decir de vez en cuando, Thorin y sus compañeros enanos no fueron bien tratados por los elfos del Bosque Negro (en El Hobbit) en parte por el motivo tolkieniano de las disputas definidas como raciales entre ambos pueblos.
En El Silmarillion los noldor se ven como una casta superior a los sindar y los avari de Beleriand, y también sobre los hombres. Thingol permitió al Pueblo de Haleth establecerse en el bosque de Brethil pero fuera de la Cintura de Melian, de forma que no recibían la total protección de su reino (lo que los refugiados de Ossiriand que se establecieron en Arthórien sí recibieron, por cierto).
Thingol vió a los hombres como inferiores a él y a su pueblo por muchos años, hasta que Beren llegó hasta Angband y cortó un Silmaril de la corona de Morgoth. La Búsqueda del Silmaril fue, de hecho, la manera de Thingol de enviar a Beren a su muerte sin tener que matarlo personalmente (una historia que recuerda a la de David y Urías el Hitita en la Biblia, en la que David quería casarse con la mujer de Urías, Betsabé, y así mandó a Urias a luchar a una batalla que acabó en su muerte).
Estos son solo unos pocos ejemplos de injusticia racial en la ficción de Tolkien. Su intención es denunciarla, no promover ni glorificar la injusticia racial o el racismo. Los racistas en la Tierra Media acaban siempre sufriendo las consecuencias de su orgullo y arrogancia, y a menudo son destruídos o debilitados tremendamente a causa de su racismo.
Tolkien también trató el sexismo

Merton College, Oxford University
El personaje de Éowyn es usado muchas veces como un ejemplo de cómo Tolkien desafía las visiones sexistas, no a través de los actos de ella en el campo de batalla, sino por sus palabras cuando pide a Aragorn que la lleve con él. Éowyn quiere abandonar el deber que le ha sido encomendado por razones más profundas que el mero deseo de estar con Aragorn; y Aragorn, por su parte, no quiere ver a Éowyn fallar en ese deber. Por eso es tan dura su acusación de que la está dejando atrás porque es una mujer, cuando en realidad él está respetando la cadena de mando de entre los rohirrim.
Aragorn nunca cuestiona si una mujer puede o debe ir a la batalla. Acepta a Éowyn como una mujer guerrera, pero una a la que se le ha encargado cuidar de aquellos de su pueblo que deben permanecer atrás mientras Theoden dirige a los Jinetes a la guerra.
Tras la historia de Éowyn y Aragorn están las historias de otras mujeres fuertes en El Silmarillion, como Emeldir la de Corazón Viril (madre de Beren, que lideró a los supervivientes de su pueblo hacia el sur, a través de Dorthonion hacia Brethil), Morwen (madre de Túrin), Lúthien Tinúviel, Melian la Maia, Elwing resistiendo a los fëanorianos, y más. Y en El Anillo de Tolkien, la “Athrabeth Finrod ah Andreth” emplea a una mujer para hablar a Finrod en nombre de los hombres sobre filosofía y las ideas de raza y destino.
J.R.R. Tolkien quizás no vio a las mujeres como iguales a los hombres en todos los aspectos, pero desde luego las veía como perfectamente competentes por derecho propio. En la Carta 232 (1961) escribió:
Siempre me han gustado las tías solteras perspicaces y de sólido corazón. Benditos sean los que las tienen o las han conocido. De acuerdo con mi experiencia, son más comunes que las tías como la de Saki. La tía profesional es quizás un fenómeno bastante reciente; pero yo tuve la fortuna de tener uno de los primeros ejemplos: una de las primeras mujeres en obtener un título científico. Tiene ahora noventa años, pero sólo hace unos pocos intervino en una excursión a Suiza con fines botánicos. Yo figuraba en el grupo (junto con un conjunto de gente variada del tamaño poco más o menos del de El Hobbit) que viajó a pie con una pesada mochila por gran parte de Suiza y a través de muchos altos pasos de montaña. Fue cuando nos acercábamos al Aletsch que fuimos casi destruidos por las piedras que se desprendieron al sol y se precipitaron por una cuesta nevada. De hecho, una roca enorme pasó entre la persona que iba por delante y yo. Eso y la «batalla de los truenos» —una mala noche en que nos perdimos y dormimos en un cobertizo destinado al ganado— aparecen en El Hobbit. Hace tanto tiempo de eso ahora…
Tolkien tenía muchas cosas que decir sobre las mujeres (demasiadas para tratarlas aquí), pero a veces se usa la Carta 43 para defender que era un misógino, y otras veces para defender que ponía a las mujeres en un pedestal ideológico (viéndolas en algunos aspectos como mejores que los hombres). Tenía sus propias visiones e ideas, y están muy pobremente representadas en el puñado de cartas en las que podemos ver alguno de sus pensamientos.
Lo que podemos mostrar de sus escritos, tanto los personales como los de ficción, es que él no creía que las mujeres tuvieran que estar subordinadas a los hombres. Pero también pensaba que las mujeres se estaban viendo forzadas a una cierta forma de servidumbre, como ilustra su cita de la Carta 43:
“El hombre tiene su vida de trabajo, una carrera (y amigos de sexo masculino), todo lo cual podría (y puede, si tiene alguna agalla) sobrevivir al naufragio del «amor». Una mujer joven, aun «económicamente independiente» como dicen ahora (lo cual realmente significa subordinación económica a un empleador masculino en lugar de subordinación a un padre o a una familia), empieza a pensar en el ajuar y a soñar con el hogar casi inmediatamente” (Cita fuera de contexto). Incluso opinando sobre el amor, el romance y las relaciones pensaba Tolkien en términos de “subordinación [a una élite más poderosa]”.
No le agradaba mucho la dominación, ni la servidumbre obligatoria, ni la división social (de ningún grupo, ni étnico ni de género). Cuando se retiró en 1959, J.R.R. Tolkien desplegó su furia en un brillante desprecio de la arrogancia racial: “…Tengo clavado en mis huesos el odio al apartheid; y sobre todo detesto la segregación o separación de Lengua y Literatura. No me importa a cuál de las dos consideres la blanca”. En este momento, con su carrera terminándose, ya no tenía que preocuparse por las consecuencias de decir lo que pensaba realmente. Y en realidad le estoy haciendo un flaco favor si implico que le costaba decir lo que pensaba aún antes de retirarse.

Universidad de Oxford
Conclusión
Entonces: ¿era J.R.R. Tolkien “woke”?
Diría que “sí”, en el sentido de que era una persona consciente de los asuntos sociales y políticos de su tiempo relacionados con la opresión, la represión y la dominación. Como sabe cuaquiera que haya leído sus cartas, no le gustaba mucho “ese cabal ignorante, Adolf Hitler” (Carta 49).
J.R.R. Tolkien no hablaba de los problemas de los Estados Unidos de los años 2020. No era adivino. Ni tampoco era simplemente -como dirían algunos de sus equivocados defensores- “un hombre de su época”. Todos somos personas de nuestra época, pero eso no quiere decir que todos tengamos el mismo pensamiento o ideología.
El “wokismo” sólo es malo para las personas que se sienten con temor y amenazadas. Esta es su debilidad, y deben estar luchando internamente contra ella a pesar de lo que digan o hagan externamente. Los demagogos y los dictadores encontrarán a alguien a quien vilipendiar, designarán algún grupo como demasiado “ajeno”, demasiado “inaceptable”, para así incitar al odio y la violencia contra ellos. Porque mientras sus seguidores están canalizando su energía oscura contra enemigos imaginarios, no se están rebelando contra la locura Morgothiana a la que se han sujeto ellos mismos.
Los orcos nunca se rebelaron contra Morgoth. Ni tampoco los orientales. Atacaron constantemente a aquellos que Morgoth veía como sus enemigos. Estos rasgos de las marionetas del Señor Oscuro son signos claros, para aquellos que pueden leer, del “wokismo en las obras de J.R.R. Tolkien”. Y no voy a pedir disculpas por decir a las claras lo que debería ser obvio para todo el mundo.
Por Michael Martinez
Artículo publicado originalmente en Middle-Earth Traducido por Josu Gómez "Eleder". Corregido por Adriana Taboada "Sméagol" Este artículo no refleja la opinión de la Sociedad Tolkien Española, la STE no tiene opinión. Se trata de un artículo de opinión que por su contenido ha resultado interesante para su traducción.