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Fallece Luis Bermejo Rojo

Luis Bermejo Rojo (Madrid 1931 – Mallorca 2015), conocido entre los aficionados a Tolkien por ser el autor de las ilustraciones del único cómic autorizado sobre El señor de los anillos, ha fallecido en Mallorca a los 84 años de edad.

Colaborador en el pasado con nuestra asociación, y relacionado con el Smial de Tol Eressëa (nuestra delegación en Mallorca), algunas de sus obras originales se exhiben actualmente en la exposición La fortaleza del anillo de Alicante.

Para ahondar en su carrera y honrar su memoria, rescatamos la entrevista y artículo que aparece en nuestra revista ESTEL nº 57 (invierno de 2008) y que tan generosamente accedió a concedernos. Desde aquí, la Sociedad Tolkien Española quiere rendirle un sentido homenaje y agradecer a su familia la generosidad para con nuestra asociación.

LUIS BERMEJO ROJO: DEL GUERRERO DEL ANTIFAZ AL CÓMIC DE EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
Laura Marcús “Idril”

En sus inicios a finales del siglo XIX y principios del XX el cómic surge en Norteamérica como un producto de la industria periodística neoyorquina, fruto de una encarnizada competencia comercial para ofrecer algo más a sus lectores. Hoy, se ha convertido en uno de los medios de expresión más característicos de la cultura contemporánea y tanto cómics como dibujantes gozan de un gran prestigio y popularidad. Pero no siempre fue así, y el camino del cómic hasta nuestros días fue muy arduo y lleno de obstáculos. Hubo un tiempo en el que plantearse el dedicarse al cómic era una autentica aventura y vivir de ella era un sueño de locos. Demos gracias porque pese a los firmes pilares de la razón y el sentido común, algunos de estos locos aventureros decidieron seguir su instinto, ese sentimiento difícil de explicar que te da fuerzas para intentar aquello que te gusta y te hace seguir en los momentos difíciles. Luís Bermejo Rojo fue uno de ellos.

El veinte de octubre del 2006, Miguel Ángel López “Telmefion”, Ricard Valdivielso “Adanost” y Laura Marcús “Idril”, tuvimos el placer de ir una tarde a su residencia en Palma para entrevistarle. Con posterioridad a esta reunión, Ricard Valdivielso y yo hemos ido en diversas ocasiones para hablar con él. Este artículo es una consecuencia tardía de esa primera entrevista y de las posteriores charlas que hemos tenido. Puesto que en dichas conversaciones, las alusiones a su vida y obra fueron constantes, pasamos primeramente a conocer su trayectoria personal y profesional, para más tarde seguir con una trascripción “ordenada” de las respuestas y el diálogo que tuvimos con él.

Luís Bermejo nació en 1931 en Madrid. Su interés por los cómics fue temprano y estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Poco después su familia se trasladó a Albacete, y luego a Valencia. Allí, hacia el 1947, se inició como dibujante de cómics en la Editorial Valenciana, siendo ayudante del Maestro Manuel Gago, donde llega un momento en que Gago le autoriza a pasar a tinta algunas viñetas de los tebeos del Guerrero del Antifaz que había dibujado a lápiz.

Cuando tan sólo contaba con quince años y a instancia de Gago, Bermejo afronta su primera obra que dibuja en un tiempo corto: El Rey del Mar, publicada para la Editorial Valenciana en 1946. Se trata de una serie de aventuras, que consta de 46 cuadernos, con guión de Pedro Quesada. En esta colección, se evidencia la transformación de un joven dibujante muy influenciado por el estilo de su maestro, pasando a una técnica más depurada, hasta que surge su propio estilo, con la influencia de Raymond.

En Madrid, 1951 y mientras dibuja Aventuras del FBI para la editorial Rollán, tiene ocasión de conocer a otros artistas, que como él se dedican total o parcialmente a la historieta: Laffond, Perellón, Ibarra, Bielsa, Montañés, etc…

En el 1954 fija su residencia en Mallorca. Poco después el 1956 ficha para editorial Maga para la cual ilustra Apache en su primera serie. Pronto esta colección está en los kioscos, cosechando un buen éxito. Encontramos ya las características del Bermejo maduro. Un dibujo clásico con un entintado expresivo donde predominan los fuertes contrastes entre una línea muy ligera y unas potentes masas negras. Su manera de golpear con el pincel es característica y permite distinguir sus páginas con facilidad. Entre sus debilidades destacaríamos cierta blandeza, un aire un poco decadente que transmite una peculiar ligereza a todo lo que dibuja. Posteriormente, creará Roque Brío, pero este personaje no logra interesar al gran publico desapareciendo pronto del mercado.

Vivió en España la época de la censura, cuando no podían aparecer palabras como “miserable” ni hombres con puñal ni, por supuesto, tarzanes con chicas. Fue por aquel entonces cuando logra establecer contacto con Bardon Art, que poco después le encarga los primeros trabajos para el mercado inglés con las editoriales Eagle y The Boys World, y posteriormente para Selecciones Ilustradas (Barcelona). En esos momentos, en Inglaterra, la profesión era mejor reconocida y pagada, siempre que se dibujara a los anglosajones como buenísimos y a los alemanes como los malos. Dibuja páginas y más páginas de “guerra”, que es el tema más en boga este momento, hasta que llega la oportunidad de dibujar a un gran personaje británico Heros de Esparta, cuando lo deja un fuera de serie inglés llamado Franck Bellamy.

Pero Inglaterra no ofrecía al dibujante ni un ápice de posibilidades de creación, por ello en el 1967 desvió su línea comercial a la agencia italiana Roy D’Ami. En este país ya se lanzaban tiradas de hasta 600.000 ejemplares. En este periodo fue famosa su ilustración del Quijote en historietas.

En 1974, el cómic sufrió los efectos de la crisis económica mundial. Toda la audacia e iniciativa de los editores quedó bruscamente frenada. Fue entonces cuando Luís Bermejo se ligó comercialmente a la editorial española Toutain, que se abría al mundo del cómic con interesantes guiones y un gran margen de libertad creativa, y al sindicato norteamericano de la Warren, que contaba con guionistas de gran prestigio como el propio Duway. Estos encargos para Warren se publicaron en España en revistas como Vampus y Rufus.

1975 fue el año negro del cómic, y Bermejo alternó este con la pintura, aunque pronto la dejó y no volvería a ella hasta muchos años después.

Seguidamente, se produjo un nuevo “boom” del cómic y además de las anteriores editoriales, se unió a Leopoldo Sánchez y Ortíz formando el “Colectivo Noveno Arte”.

En el año 1980, en su estudio palmesano, Bermejo ilustró un impresionante trabajo: la versión comicista de El Señor de los Anillos, según la obra de J.R.R. Tolkien, con derechos cinematográficos de Baskhi Productions y financiación del cómic en España por parte de Toutain. Lo formaban 3 álbumes, con guión de Nicola Cuti. La obra se realizó para 28 países, entre los que se encontraban Finlandia, Suiza, Dinamarca, Italia, Alemania, Holanda y Japón.

El primer cómic empieza con unas referencias a El Hobbit, para abarcar el primer libro de El Señor de los Anillos, es decir, la primera parte de La Comunidad del Anillo, hasta la llegada a Rivendel.

El segundo cómic se corresponde con el segundo libro, es decir, con la segunda parte de La Comunidad del Anillo y acaba con la disolución de la Comunidad.

El tercer cómic abarca tres historias paralelas, por un lado la historia de Aragorn, Legolas y Gimli, y su posterior encuentro con Gandalf, hasta la batalla del Abismo de Helm, por otro Merry y Pippin y su encuentro con Barbol y finalmente el viaje de Frodo, Sam y Gollum hasta llegar a la Puerta Negra.

También realiza un excelente trabajo en colaboración con Matías Alonso en el mejor suplemento editado por la revista Pantera Negra en toda su etapa de publicación. Se trata de Marco Polo publicado por editorial Maga en 1962 y que fue reeditado a finales de los años 80 por Editorial Valenciana en un álbum y en B/N. Y Los Anillos de Elibarín (1983) e Historia de Andalucía (1983). Realizó ilustraciones para libros y colecciones de cromos, sin olvidar su trabajo de pintor. También fue grabador y realizó pequeñas estatuas en bronce, dejando ambas creaciones por tener poco mercado en esos momentos.

Además de Tolkien, realizó adaptaciones de los libros de Isaac Asimov y de Raymond Chandler. El 1981 participa en la primera edición del Salón del Cómic e Ilustración de Barcelona.

No se mantuvo al margen de los ambientes locales de Mallorca, colaborando en revistas y fascines editados en Mallorca, como el núm. 1 de la revista Bajo Cero de 1986 “Mamá Goa”. Y el 1983 organizó un taller de cómic en su domicilio particular. Realiza también una colaboración en la revista Entrante, núm. 4 1987 “Luís Bermejo, estrella invitada”

Fue dibujante de, entre otras series, Chicos, El Capitán Trueno (Aventuras Bizarras/Forum), Roque Brío, Los Vikingos (colección de cromos), los westerns: Mestizo y Jon Khe, Orka (1982), Paco Rusque (1983) y algunas historias cortas que aparecieron en Cimoc, Metropol y Zona 84. Colección Historias, 1984, Creepy, Hunter, Rumbo Sur, Sargento Kirk, Apache.

En una entrevista concedida a Llorenç Capellà (“Luís Bermejo. Aventuras a lápiz”, Brisas, núm, 502, 1-12-1996, pag. 21) nos comenta porque dejó el cómic para dedicarse a la pintura. “Las nuevas tendencias me han aparcado y hay que saber retirarse con elegancia. Cuando irrumpió en el mercado la moda del cómic underground, dibujantes como Pepe Ortiz, Esteban Maroto, Sánchez Cortés y yo mismo, nos quedamos en fuera de juego. Se acababa de producir una ruptura generacional y nuestros dibujos ya no interesaban”.

Fue entonces cuando volvió nuevamente al mundo de la pintura. Hace incursiones en el grabado al agua fuerte y también pequeñas esculturas en bronce. Domina el color y el dibujo y realiza paisajes y figuras humanas al óleo y sobre todo en acuarela, realizando exposiciones en Milán, Nueva York, Valencia y Palma de Mallorca entre otras. En 1983 es Premio al Artista del Año en Nueva York.

En una crítica aparecida en el Diario Ciudad “Las acuarelas de Luís Bermejo, en EMECE” por Adriàn Espí Valdés cita refiriéndose a su manejo de la acuarel:

“Maneja la técnica no ya con habilidad –que esto sería producto del oficio- sino con sensibilidad y exquisitez. Es, incluso, su acuarela una obra en la que interviene de forma total y absoluta la figura –los monjes y alquimistas medievales, la mujeres pensativas ante un pomo de flores-, y ello le dimensiona de manera evidente, rodeando cada escena de color –bellamente esparcido sobre el soporte frágil y fungible del papel- y de luz. La luz es fundamental siempre, pero en estas acuarelas de Bermejo alcanza cotas de primera magnitud.

Es posible que haya en su quehacer plástico un academicismo trabajado e insistido, pero con el dibujo que subyace por debajo de cada pincelada, el artista llega a sorprender al espectador por lo primoroso, lo orfebrerístico que emerge de cada tema. Y todo ello tratado con honestidad y seriedad, sin demasiadas –ningúna- concesiones a lo fácil, a lo simplemente –y nada más- atractivo.

Bermejo es grabador al agua fuerte, trabaja la escultura y se mueve en el mundo de la ilustración. Todo este complejo mundo, plástico es lo que le acreditan como un artista completo y de nivel. Como acuarelista, por supuesto, es un verdadero maestro.”

Hace relativamente poco la editorial Glenat España publicó un álbum inédito suyo y guionizado por Andreu Martín. Se trata de una versión en cómic del libro “El Sueño Eterno” de Raymond Chandler.

Tras pasar a recoger a Miguel Ángel López y a Ricard Valdivielso, llegamos una tarde de otoño a la casa de Bermejo en uno de los barrios residenciales que hay en los alrededores de Palma. Pese a la reciente urbanización de la zona, se trataba de una de las primeras casas que debieron edificarse hará unos cuarenta o cincuenta años. Nos recibió su mujer que nos hizo cruzar la vivienda, salimos a la parte trasera del jardín y tras bajar unos escalones entramos en el taller de Bermejo. Junto a la puerta había un tresillo de piel negro donde nos esperaba mientras fumaba un cigarrillo y veía la tele que inmediatamente apagó. El taller es una estancia muy amplia de techo alto y paredes blancas, básicamente rectangular. Resulta difícil entrar sin fijarse en la cantidad de acuarelas y lienzos de gran formato que hay colgados o apoyados en la pared o en los muebles. Por aquí y por allá, utensilios, pinceles, lápices, tubos y botes de pintura. Una gran mesa de trabajo de las de madera maciza que se hacían en otro tiempo, un tablero de dibujo junto a un taburete alto, más tarde nos dirá que fue en este taller y en ese tablero donde realizó todo el trabajo de los cómics de El Señor de los Anillos, algunos muebles auxiliares más, y a la izquierda una chimenea sobre la que descansan dos acrílicos suyos con ilustraciones del Valhalla y prácticamente escondida por la cantidad de libros que abarrotan lo que debe ser una estantería que cubren la totalidad de esa pared, donde guarda publicaciones suyas, obras de referencia y quien sabe que más. Sobre este rincón hay un altillo con escalones y vigas vistas de oscura madera vieja.

Que te concedan una entrevista y entrar en un lugar así, es algo que al principio te impone, pero lo cierto es que Luís Bermejo es un hombre encantador, sencillo, con un gran sentido del humor, sobre todo humilde y en todo momento atento y servicial con nosotros. Nos presentamos y al principio confieso que interiormente me costó un poco arrancar, pero lo cierto es que su disposición y su amabilidad hizo que pronto este encuentro se convirtiera en algo más espontáneo y agradable, lo cierto es que fue una tarde memorable y al final descubrimos un gran tesoro guardado, sus originales ya no sólo de El Señor de los Anillos, sino también de El Capitán Trueno, Asimov y tantos otros que puso de la forma más natural posible en nuestras manos… pero dejemos eso para su momento y pasemos a continuación a relataros más o menos de una forma ordenada, lo que nos desveló.

Para facilitar la lectura y no aburriros con el clásico texto de nombre entrevistador y pregunta, nombre entrevistado y respuesta, os propongo una lectura en la que he montado el texto como si fuera una charla formada mayoritariamente por las respuestas de Bermejo y en la que nuestra intervención es mínima o simplemente aparece para encauzar el hilo argumental. A partir de ahora, todo lo que nos respondió Bermejo aparecerá en cursiva y nuestras intervenciones sin.

Evidentemente, y puesto que lo que más nos interesaba era saber cómo era que el cómic de la película de Bakshi, acabara siendo realizado por un ilustrador español y como había sido gestado, nuestras preguntas empezaron por allí.

Independientemente de estar trabajando con Inglaterra y Estados Unidos y tal, yo estaba en Barcelona con una agencia, Selecciones Ilustradas. Toutain me llamó y me encargó esto. Mandaron unas muestras a la casa Tolkien, a ellos les gustaron, hubo mucho papeleo y empezó todo.

Con Bakshi no mantuve ningún tipo de contacto. Toutain si que mantuvo contactos con Bakshi en Nueva York. El comic se basa en la película de Bakshi. Me pasaron un guión muy estricto de la película, así como bocetos de los personajes y el press-book. La película fue un fracaso y el cómic también.

Los contactos con Toutain eran habituales, teníamos mucha amistad, éramos muy amigos, de vez en cuanto me llamaba, iba a Barcelona, le presentaba los trabajos, él los remitía a Estados Unidos y me daba los comentarios que habían hecho sobre lo dibujado por mí. Les debía gustar el trabajo, porque no me hicieron hacer ninguna modificación.

La cosa editorial es muy complicada y en aquella época más. Es cuando en Italia dan la idea suya, que es hacer una producción y extenderla y venderla por toda Europa. Y estos hacían igual, yo aún estaba trabajando en ello y ellos ya la habían vendido por todo EE UU, Japón, Italia…. Ellos mandaban copias de las planchas y cada uno ponía en su idioma los textos. Se hizo en 28 países. La edición italiana es la mejor de todas, tanto en diseño calidad del color y del papel, tengo una edición italiana, mirad. Tengo en casa una italiana, una alemana y una en castellano. La alemana y la española son iguales, la italiana está muy bien diseñada, el papel, los colores de los dibujos…

—¿Usted, cuando hacía cómics, lo hacía con acuarela? Es que en una exposición que hicieron hace tiempo sobre cómics había un lámina original grande en acuarela,  mientras que en la exposición de cómics que han hecho ahora están todas en tinta. ¿Es que usted dio color a algunas sí y a otras no?

Si, a algunas sí les daba, pero en la mayoría era la imprenta quien les ponía el color. Si las láminas que viste eran las de El Señor de los Anillos no podían ser en color; tengo yo todos los originales y no hay ninguna en color.

—¿Se había leído a Tolkien antes?

Lo había leído antes, al principio es muy pesado, son páginas y páginas y páginas de ese mundo suyo, pero luego se vuelve muy interesante. La obra de Tolkien es muy buena, muy interesante, aunque sólo he leído El Señor de los Anillos. Es un libro que recomiendo.

Al haber leído el libro tenía un concepto bastante concreto, únicamente me fastidiaba tener que seguir las imágenes de los personajes, tal y como los interpretaron allí en la película. No te dejaban mucho margen en eso. La película de ahora esa muy bien, es muy bonita, tiene unos efectos especiales fantásticos, le dieron la penumbra esa en la película. Tiene más presupuesto.

—¿Le llevó mucho tiempo hacer los tres cómics?

Pues no sabría que decirte, iba al ritmo de láminas, eran unas veinte o veinticinco páginas al mes. La película ya funcionaba cuando salieron los cómics y estos quisieron ampararse en la película para sacar el cómic y hacer el negocio. No recuerdo si vi la película antes de hacer el cómic o la vi luego.

—Hay toda una serie de escenas que no aparecen en la película, pero que aparecen en el cómic, por ejemplo, en el primer cómic en el que Merry y Pippin dicen saber como funciona el anillo porque se lo habían visto poner una vez a Bilbo… en el tercer tomo, los ucornos aparecen y eso sólo es tratado muy por encima en la película. ¿Las introdujo usted?.

Estas escenas aparecen porque venían en el guión que me pasaron. Todo esto salía en el guión del cómic, pero no salió luego en la película cuando se proyectó, no se por qué.

—Hay unos cuantos dibujos en el cómic, en concreto Rivendel, que cuando lo vi pensé, esto son las casas colgantes de Cuenca. Es algo casual, o el hecho de que parte del rodaje de la película de Bakshi fuera en el castillo de Belmonte, en Cuenca, tuvo algo que ver a la hora de inspirarse.

No, es casualidad. Yo me tenía que ceñir mucho a la película de Bakhsi con los personajes, pero los ambientes eran cosa inventada.

—¿Cómo se planteaba el empezar a trabajar en las láminas, seguía alguna rutina?

Primero me tenía que despabilar un poco… un café… En ocasiones cuesta y otros días estás más inspirado, son muchos años haciendo lo mismo. Lleva un planteamiento mental primero, las páginas que son, te has leído el guión o la historia. El guión te da una acción determinada por viñetas, pero luego allí tienes libertad para montarlo. Yo sólo puedo imaginar la manera de enfocarlo, el punto de enfoque. Tengo en la cabeza la acción que se desarrolla pero dentro de eso tienes mucho campo. Primero un dibujo muy ligero, muy ligero, luego un dibujo más acabado y luego ya finalmente la tinta. Hay páginas más complicadas unas que otras, una página te podía llevar todo un día.

—Si ahora le dijeran que tiene que volver a hacer el cómic o que podría volver a hacerlo, ¿cambiaría algo? 

Oh no, ahora veo las páginas que tengo allí y me asusto (se ríe). La obra de Tolkien, y en concreto el libro del Señor de los Anillos es fantástica, tiene una fantasía que te da pie a hacer muchas cosas. De hacer algo que no me atrevería ya, pero que me hubiera gustado y no estar sujeto a unos diseños. La escena de la araña es fabulosa. Mi personaje favorito de todos los que salen en el libro… Gandalf es muy bueno, el mago, luego había uno… pero me quedo con el mago. Fue una época muy buena.

—Hay una ilustración un poco posterior a que saliera el cómic de Angus McBride en la que sale una Arwen que es casi idéntica a la que sale aquí en el cómic, con las trenzas, y que aparece en la carta de ICE. Es consciente de que ha sentado precedentes basándose en estos cómics para hacer ilustraciones suyas…

No. Fue un trabajo interesante, pero fue normal como los que hacía en esa época. Referente a la difusión del cómic, no se vendió bien y la película tampoco, o me han comentado que no. Puede que en algunos países fuera mejor que en otros, pero parece ser que no fue el éxito que se esperaba de ella. Y los libros, yo hice la primera parte, hice tres libros de Tolkien, los otros no se llegaron a hacer, los editores son siempre comerciantes. Hay algunos más románticos o menos, pero pocos. Tenemos que sacar tanto de beneficio, si no llega a ello fuera, así son las cosas.  A nivel de mi carrera no significó nada. Al principio desde el punto de vista editor y todo las expectativas eran mejores.

—No ha habido ningún intento de reeditar el cómic, sólo se ha hecho una edición y cuesta mucho encontrar ejemplares. Toutain sacó dos ediciones, una que era en tres tomos y otra que era un retapado, se ve que de lo que les quedaba, los tres tomos juntos, quito las portadas y puso una de las portadas en cartón.

Lo que le quedó, que debía ser mucho y que le devolvieron, lo debió sacar juntando los tres tomos, pero no volvió a imprimirlo.

—¿Leía cómics en los que no hubiera intervenido?¿Que cómics prefería?

Bueno, la verdad es que siempre he leído cosas de allí y allá, pero lo cierto es que no era un lector de cómics, no he sido un aficionado, era un profesional del dibujo y de la interpretación en comics de una historia. Hay algunos que tienen historias preciosas. Me gustaba más hacerlos que leerlos. Me gustaba interpretar el dibujo, buscar un enfoque o una secuencia de continuidad.

Trabajé con la editorial Valenciana. En el colegio yo era amigo de Miguel Quesada, y su hermana era la novia de Gago, a través de Quesada fue como conocía a Gago. Yo entonces era un chiquillo y él me dejaba de tanto en tanto pasar alguna viñeta a tinta. Sobre Gago, editorial Valenciana le reconocen la autoría de sus ilustraciones, pero no sueltan los derechos.

Creé el personaje de Apache para la Valenciana. Tengo los originales hace años porque era amigo de los editores Lago.

Para la editorial Maga hice Apache. Resulta que habían hecho una limpieza general y habían vendido mis originales y los de los demás a peso a un trapero que pasaba por allí, como papel viejo. Así que es un material que ya no puede volver a hacerse. Se tienen los cómics pero no los originales, están desaparecidos.

Los originales del agente del FBI no los he pedido nunca, pero hace ya tanto tiempo…

Estados Unidos hizo muchas animaladas. Por lo visto William Warren se había echado novia, pero tuvo un fracaso sentimental, se lo tomó tan mal que lo vendió todo, los cómics, la edición de libros, las galerías de arte… todo. Fue entonces cuando le pedí a través de mi manager en Estados Unidos, Bill Dubey, que me devolvieran los originales de los comics, yo le enviaba pinturas que vendía en sus galerías y cómics. Dubey, se puso con nervios con el sindicato de ilustradores y…. Así que por un desengaño sentimental se acabó todo y me quedé sin originales. Los originales hay ido apareciendo por aquí y por allá. Unos amigos que fueron allí una vez y en un rastrillo, allí ponían el precio,… En Inglaterra pasaba lo mismo. Los originales han acabado en mercadillos en Londres y Francia. Los ingleses siempre han sido unos piratas. La India era uno de los primeros exportadores hasta que llegaron los ingleses y fueron conquistando los reinos uno por uno. Si hicieron eso con las colonias, yo no podía esperar mejor trato. Así que no me los devolvieron. En Inglaterra los vi en un mercadillo, una vez que fui, me sorprendió verlos allí y por cierto, los cobraban muy bien. Tengo entendido que últimamente ya los devolvían.

—Y con la censura y lo complicado que estaba todo en esa época, ¿no tenía dificultades a la hora de hacer los envíos, sobre todo con cierto tipo de ilustraciones?

¡Uh! Vaya si era complicado, había que hacer un montón de papeleo, declararlo, realizar fotografías y entregar todo eso a un departamento. Así que lo hacía clandestinamente. Metía los originales de los cómics y las telas de las pinturas desmontadas, dentro de esos cilindros de cartón grueso con el que venían las piezas de tela. Tapaba los extremos, lo envolvía en papel y lo enviaba como correo ordinario para América o donde fuera, como si fuera una carta normal y nunca se perdió nada. Luego ellos los sacaban y desenrollaban, volvían a montar las telas en bastidores y me enviaban el cheque por el mismo sistema y así de forma clandestina nos ahorrábamos un montón de papeleo.

—¿Como fue que fijó su residencia en Mallorca?

Conocí a mi mujer en Madrid donde iba en ocasiones y como residía aquí aunque era de Cádiz… Mi trabajo se podía hacer muy bien desde aquí, nunca me han gustado las capitales esas grandes horrorosas, iba mucho por Barcelona, Londres, por Italia también iba mucho, por Holanda. Solía salir en general una o dos veces por mes. Siempre estaba danzando por allí. Cuando tenía veintiún veintidós me vine aquí. En esta casa llevamos unos treinta y tres años. Tuvimos siete hijos, que nos han dado diez nietos preciosos. Antes tenía un estudio cerca de la plaza de toros, porque todos los críos eran muy pequeños y eso era peligroso, en Arquitecto Bennasar, 37. En ese estudio di unos cursillos, sólo funcionó un año, había chicos muy adelantados, otros no, pero me tomaba mucho tiempo.

Me propusieron unas cuantas veces hacer dibujos animados, pero se apartaba mucho de lo que yo hacía, era muy mecánico. Tenía un amigo que tenía unos estudios en Madrid y me enseñó como lo hacían, los dibujos, las cámaras, es un proceso largo.
Cuando trabajaba con los americanos trabajaba con la Warner. Una vez ilustré a Vampirella porque González estaba enfermo.

No trabaje nunca para Marvel, ni quería hacer superhéroes, ni los personajes, ni la manera de la editorial de llevar las cosas, ni las exigencias, no me gustaban. Yo en eso era muy libre en esos aspectos del trabajo. Por ejemplo, con Francia tampoco me apañé nunca, tuve algunas relaciones con Dargaud, pero me querían hacer pasar por el aro. O me dejaban hacer lo que yo sabía hacer… Marvel no… En aquella época hubo muchos españoles que intentaron entrar en el mercado americano. Para DC hice ilustraciones para libros (nos enseña unos cuantos originales)

El mío es un trabajo que aísla mucho, tienes relación con tus editores, con algunas galerías de arte, pero poco más. De hecho para dibujar es mejor estar aislado para poder concentrarte y no con gente entrando y saliendo, que si el teléfono… Antes, cuando los niños eran pequeños, tenía el estudio de Arquitecto Bennassar, delante de la plaza de toros. Luego cuando fueron más mayores lo instalé aquí, pero cuando mejor me concentro y trabajo es por la tarde noche, incluso ahora. Suelo ponerme a eso de las seis o de las siete de la tarde y no acabo hasta las tres de la madrugada. Recojo todo y a eso de las cuatro me voy a dormir. Eso sí, luego me levanto tarde a las once o por allí.

—¿En sus viajes le debían ocurrir anécdotas divertidas?

Viajaba a Londres… el año 62 que era la primera vez que fui, había unas máquinas con unas bolitas de colores y yo creía que eran chicles y va y eran desodorantes. Otra vez en Londres, bajé en unos almacenes por unas escaleras eléctricas y me encontré en un sótano lleno de cajas y no había escaleras para subir y tuve que subir a la carrera.

—En los cómics del Capitán Trueno dicen que los que ilustró para Planeta, los suyos son los que Sigird no sale muy recatada, sino más bien bastante ligera de ropa, pues siempre iba muy tapada hasta los tobillos.

Hombre eso eran los ochenta y ya se podía dibujar cualquier cosa. En unos años la manera de pensar, todo, el cómic, todo tuvo su época y ahora tenemos DVD y tal.

—Evidentemente, los gustos cambian y hoy en día una gran parte de los cómics la ocupan los «mangas» japoneses. ¿Qué opina de ellos?

Yo cuando veo algo de cómic japonés, lo quito rápido, no me gusta, es de elaboración rápida, consumo rápido.

—No es como este que lleva más trabajo realizar, y da la oportunidad de saborearlo más tranquilamente. Aunque hemos que tener en cuenta que hay muchos chavales que leen manga y es un paso más para que la gente se acerque al mundo del cómic.

El manga no me atrae, no he leído nunca, así que no puedo decir si es bueno o malo.

Nos ha dicho que tiene muchos originales, ¿los de El Señor de los Anillos los conserva aún?

Si, están en el mueble que tenéis justo detrás. ¿Queréis verlos? Podemos sacarlos.

Y así fue como de alguna forma, la parte más formal de nuestra entrevista llegó a su fin. La sorpresa fue abrir el mueble e ir sacando originales y originales, más de tres o cuatro palmos de láminas mezcladas con ilustraciones diversas y entre vaqueros, ciencia ficción y el Capitán Trueno aparecieron los para nosotros ya conocidos dibujos de El Señor de los Anillos. Fuimos sacando montón tras montón, seleccionándolos y distribuyéndolos a lo largo del sofá y de las butacas, comentando con él las escenas, los recuerdos que nos traían… Bermejo se sentía divertido, supongo que debíamos parecerle unos niños de patio de colegio ante unos cromos difíciles de localizar… aunque realmente no éramos más que un grupo de frikis alucinando ante un momento que ni en nuestros mejores sueños se hubiera podido dar. Bermejo nos permitió sacar fotografías de todo ello. Nos enseñó un gran mural que le habían enviado de Andorra con motivo de una exposición que habían hecho y finalmente nos hicimos una foto de grupo. Supongo que esas fotografías son las que ahora deben ilustrar este artículo y es la única forma que tengo de poder compartir con vosotros ese momento.

Si cuando entramos en el estudio, unas horas antes, nos habíamos dado un apretón de manos, ahora cuando salíamos, nos dio dos besos y un fuerte abrazo a cada uno de nosotros.

Realmente Bermejo ha sido un gran profesional de la ilustración, que ha vivido su vida como ha querido, como le he gustado, muy intensamente y como dice él a menudo, en su época era un golfo de mucho cuidado, y dudo que quisiera volver a vivirla de otra forma distinta a la que lo hizo. Pero ante todo es una gran persona y ahora un amigo al que no veo todo lo que deseo, pero que cuando puedo y la vida me lo permite, he vuelto a visitar en unas cuantas ocasiones. Espero que este relato os haya servido también a todos para compartir ese momento y conocer como persona a Luis Bermejo Rojo.

Bibliografía y otras fuentes consultadas:

“El Comic ya no es subliteratura” Humbert Colom. Cultura. Suplemento semanal de Letras, Arte y Pensamiento de “Diario de Mallorca”. Núm. 40. 22 de febrero 1980.
“El cómic que se hace en Mallorca” Humbert Colom. Cultura. Suplemento semanal de Letras, Arte y Pensamiento de “Diario de Mallorca”. Núm. 41. 29 de febrero 1980.
“Acuarelas Luís Bermejo” Bearn, galería de arte. Ciutat de Mallorca, Exposición del 21 de febrero al 11 de marzo de 1989.
“Luís Bermejo. Aventuras a lápiz” Llorenç Capella. Brisas, núm, 502, 1-12-1996, pag. 21.
“El món del còmic. Ideologia, estètica i llenguatge”. XX Jornades d’Estudis Històrics Locals. Palma, del 28 al 30 de novembre de 2001.
http://laguiadelcomic.com/vernovedad.php?id=59
http://webs.demasiado.com/ElColeccionista/apache.htm
http://www.capitan-trueno.com/bermejo.html

Este texto fue revisado tras su redacción por Luis Bermejo en noviembre de 2007.